GERALD SCARFE, PINK FLOYD y THE WALL (2da.Parte)
GERALD SCARFE y la
PARED MAS FAMOSA DEL MUNDO
Se cumplen 40 años del estreno de The Wall y el responsable de la gráfica del disco deconstruye su obra magna, con Pink Floyd como aliado.
Nota de Francia Fernández para La Nación Revista del 11/5/2019
Primera parte del informe en INFOMUDI
"Pensando en por qué me llamó Roger para trabajar con Pink Floyd, creo que, como yo hacía cosas como caricaturista político, me buscó porque yo podía brindar una mirada política de una forma satírica", analiza.
Este año se cumplen 40 del lanzamiento del álbum The Wall. ¿Qué significa para Scarfe, después de tanto tiempo? "Estoy contento de haber sido parte de ello. La gente continúa hablando de The Wall después de todo este tiempo, algo que jamás me hubiera imaginado -responde-. A otros niveles, me abrió caminos, porque me dio visibilidad internacional... Y aún soy fan de Pink Floyd y continúo teniendo una especie de amistad con Roger, Nick y David. Fue una experiencia excitante. Yo me uní a ellos cuando andaban de gira, entonces también se trató de una vivencia rocanrolera". Para hacerse una idea, de The Wall se hicieron solo 31 conciertos (que si bien fueron espectaculares, no rindieron económicamente).
Una vez, en Los Ángeles, un hombre se le acercó a Scarfe, tras enterarse de que había participado en The Wall. Le preguntó si eso había cambiado su vida. "No, era un trabajo", le contestó. "Pues cambió la mía", replicó el hombre. También cambió el futuro de Pink Floyd, ya que significó el desmembramiento de la banda original, con la salida de Richard Wright. Solo en 2005, después de 24 años, los cuatro integrantes de la etapa más gloriosa del grupo volvieron a tocar juntos, en la versión londinense de Live 8, un evento para combatir la pobreza.
Según Scarfe, el rodaje de la película fue una pesadilla. "Éramos tres personas con sus egos; tres directores en el mismo cuarto. Se produjo fricción. Por un lado, Alan Parker quería tener control total. Por otro, con Roger veníamos trabajando juntos desde hacía unos años y habíamos puesto tanto en el proyecto que no queríamos soltarlo", comenta. Parker y Waters se peleaban todo el tiempo, y Scarfe estuvo a punto de renunciar porque sentía que el director lo hacía a un lado.
"Hubo mucha lucha. Yo trataba de concentrarme en la idea de que estábamos haciendo un proyecto maravilloso, no en las internas". La tensión creció, al punto de que Scarfe conducía, a las 9 de la mañana, con una botella de whisky hasta los estudios Pinewood -donde se filmó el grueso de la cinta-, ubicados 27 kilómetros al oeste de Londres. "No soy un bebedor empedernido, pero tenía que beber un trago para enfrentar el caos que había ahí", contó más de una vez.
"Lo positivo es que esa angustia aporta al film, porque está puesta ahí, de cierta manera -admite-. Menos mal que los malos recuerdos se van borrando... Cuando publiqué un libro sobre los bastidores ( The Making of Pink Floyd The Wall, 2010), Alan Parker vino por acá y tuvimos un encuentro amigable".
De la película, su parte favorita es la del tema Goodbye Blue Sky, que comienza con un pajarraco negro que planea sobre Londres. Luego se ven aviones amenazantes, personas con máscaras de gas dentro de un búnker y sangre que se derrama sobre la tierra, mientras David Gilmour canta:
Did you see the frightened ones/ Did you hear the falling bombs? / Did you ever wonder why we had to run for shelter when the promise of a brave new world unfurled beneath a clear blue sky?
(¿Viste a los asustados?, ¿Escuchaste las bombas?, ¿Te preguntaste alguna vez por qué teníamos que correr a refugiarnos cuando la promesa de un mundo feliz se desplegaba bajo un claro cielo azul?).
"Yo viví literalmente a través de la pared con el bombardeo de Londres en los años de la Segunda Guerra Mundial , Roger perdió a su padre en esa guerra. Para mí, 'Goodbye Blue Sky' es como un poema animado. No quería que fuera una pieza estática. Tiene algo de nostalgia en movimiento...", sostiene.
Al diseñador, que también vivió los agitados 60, el mundo actual le parece "bastante triste". "Yo aún dibujo caricaturas políticas. Y trabajo con cosas malas, es material que busca llevar la atención del público hacia lo malo que hace la gente. Gente como el señor Trump, por ejemplo. Acá, todo el tiempo hay discusiones sobre el Brexit, de cómo dejar Europa. No estoy a favor, pero hubo un referéndum y el 52% de los votantes decidieron salirse de la Unión Europea. Ahora, la señora May está viendo cómo lleva adelante eso. Es un tema difícil".
Scarfe dice que está "aburrido de dibujar políticos arrogantes". Actualmente, además de disfrutar de reconocimientos muy variados, como el de un bar del Hotel Rosewood London que lleva su nombre, o que la muestra Gerald Scarfe: Stage and Screen, con su costado teatral, esté de gira por Inglaterra, o de haber participado de la exposición Pink Floyd: Their Mortal Remains, del Victoria and Albert Museum (V&A), el año pasado, está preparando un libro que saldrá en noviembre. "Será una retrospectiva enorme de mi trabajo, desde caricaturas políticas hasta mis diseños para la ópera y el teatro y, por supuesto, Pink Floyd The Wall", enumera.
Sí, The Wall ha sido lo más desafiante que ha debido enfrentar profesionalmente. "Algunas veces fue frustrante y absorbió mi tiempo, pero también fue uno de los proyectos más satisfactorios en los que he trabajado", dice Scarfe, quien se hizo dibujante gracias a una dificultad: era "un asmático crónico, enclenque y postrado en cama", un hijo único -hasta los 8 años- que no tenía muchos amigos y hacía dibujos para expresar sus temores. También confeccionaba juguetes y marionetas. "Gracias al dibujo he tenido una vida amena, he viajado muchísimo y me he divertido en grande, burlándome de los petulantes". Ha sido un largo camino: no solo otro ladrillo en la pared.
YOU TUBE - The Wall Video Oficial
YOU TUBE - Video Another Brick in The Wall (subtitulada)