GRANDES MAESTROS del GRABADO en la CASA del BICENTENARIO
Homenaje.
Maestros grabados en la memoria
Unas 40 obras del patrimonio del Museo Nacional del Grabado se exhiben en la Casa Nacional del Bicentenario. Todas son de artistas fundamentales de la disciplina.
Por Pilar Altilio, para Clarín del 24/8/2018
Las obras que integran Grandes Maestros, un homenaje, la muestra inaugurada hace días en la Casa Nacional del Bicentenario, habían quedado inaccesibles para el público desde tiempo atrás.
Es que el Museo Nacional del Grabado –a cuya colección pertenecen– pasó por una serie de contratiempos derivados, entre otras cosas, de una sede que se hizo problemática (ver recuadro). Para la curadora de la muestra, la artista Nora Iniesta, que fue directora del museo durante ocho años, es un broche interesante. En esa etapa desarrolló una tarea que hoy pasa a otras manos –la dirección del museo quedará a cargo de Paula Zingoni–, y dejó algunos desarrollos importantes en las tecnologías de preservación de papeles, la catalogación exhaustiva y la digitalización que va casi completando esta enorme colección de 12.000 grabados.
Adolfo Bellocq. Sin título, sin fecha. Xilografía.
Este homenaje a los maestros del grabado tiene aspectos que vale destacar. Su curadora proviene de la disciplina y conoce muy bien todo el acervo atesorado. En su selección hay obra de algunos de los maestros que influyeron en su formación y trayectoria, en general con técnicas más tradicionales, como la xilografía, la serigrafía, la litografía y el aguafuerte.
La muestra se inicia con los precursores, como Pio Collivadino (1869-1945) con dos aguafuertes sin data, pero dedicadas por su propio puño y letra en 1896, con magistrales claroscuros trabajados en la chapa por el mordiente controlado.
Pío Collivadino. Aguafuerte.
También aparecen los artistas que viniendo de la pintura se embarcaron en la difusión de sus producciones mediante el uso de algunas de las técnicas de reproducción más fieles en cuanto a la copia múltiple, como la litografía. Dos bellas piezas de 1916 y 1917 de Emilio Pettoruti (1892-1971) dan cuenta de esa poética del cubismo que tanto lo distinguió entre nosotros. Si bien la litografía o grabado sobre piedra permite colorear perfectamente, es interesante verificar que usa el repertorio tradicional casi monocromático del cubismo en sus primeros años.
Emilio Pettoruti. “Femme au café”, 1917. Litografía color.
También entre los precursores hay dos piezas pequeñas de Guillermo Facio Hebequer (1889-1935) sin datar, que recrean ese imaginario del hombre común tan presente en la década del 30 en el siglo pasado. Integró el grupo “Artistas del Pueblo” junto a Adolfo Bellocq (1899-1972), también presente en esta selección, con dos pequeñas xilografías entre las que destaca un retrato de Alfonsina Storni de 1938, donde la gran poeta parece condensar en su mirada con la destreza técnica del autor esa capacidad de ofrecer resistencia a lo establecido.
Guillermo Facio Hebequer.
“Trabajadores en las minas”. Litografía.
El otro gran precursor, viajero incansable y excelso en el arte de la xilografía es Pompeyo Audivert (1900-1977), nacido en España e instalado en Buenos Aires, destaca su pieza “Vía Crucis” de 1928/29 de impecable calidad técnica.
Pompeyo Audivert. “Es- tampa”, 1925. Xilografía.
Las mujeres ocupan un lugar destacado. “A diferencia de otras artes, el rol de la mujer en el arte del grabado ha sido determinante –escribe Iniesta en el texto curatorial–, tanto en calidad como en cantidad, a tal punto que permite visualizar derivas estéticas en las que la sensibilidad femenina tiende a generar un nuevo lenguaje gráfico”.
Es elocuente esta afirmación cuando percibimos la delicada imagen de Margarita Galetar, madre de Liliana Porter, quien además era poeta y en uno de sus textos encontrados parece designar con palabras aquello que percibimos: “Un nuevo día para la juventud que sueña, lucha y muere por el derecho a su pedazo de felicidad. Y entonces una ventana está abierta”. Dos grandes artistas con obras dentro de la colección del MoMA son Ana María Moncalvo y Reina Kochashian. La primera, fallecida en 2009, Gran Premio del Salón Nacional de Grabado en 1951, ilustró en los 40 el libro de Ernesto Morales Leyendas Guaraníes, del que sale la pieza exhibida en la muestra. Kochashian destaca por su cualidad en la chapa para hacer aguafuertes con personajes muy identificables por una gran profusión de detalles.
Ana María Moncalvo. "Leyendas Guaraníes". 1946. Xilografía.
Luisa Reisner, grabadora y pintora fallecida en 2000, realiza unos sutiles cambios de color en la técnica del aguafuerte y aguatinta, que se perciben como pictóricos. La potencia de Raquel Forner en tres obras litográficas de los años 70, con personajes que trasmiten emociones poderosas de grandes ojos atentos. Nelia Licenziato, fallecida en 2007 y muy recordada como docente inspiradora, trabajando la fuerza del gesto en xilografías, que van de una gama muy ajustada de color a un gran contraste de formas, validando su capacidad técnica.
Nelia Licenziato. “El brindis”, 1957. Xilografía.
Como parte del homenaje a quienes fueron sus maestras, Aída Carvallo destaca con obras más conocidas como el gran gato, junto a otra muy singular, es la xilografía “El sueño de la muñeca”, de 1975.
Aida Carballo. “El sueño de la muñeca”, 1975. Xilografía.
La vertiente del grabado enfocada en la crítica social y política tiene exponentes interesantes en la pieza de Abraham Vigo de 1953 “El cordón umbilical”, donde la metáfora visual señala al mundo de los industriales alimentándose del trabajo sin ningún esfuerzo. También la obra de Sergio Sergi “El Banquete” va en esa dirección: opone una cena oficial con dos figuras magras pequeñas observando en un ángulo.
Sergio Sergi. “El banquete” . Xilografía.
Destacados e insoslayables referentes del grabado nacional son Daniel Zelaya (1938-2012), con dos litoxilografías de los años 60; una pieza del mítico Fernando López Anaya (1903-1987), “Gofrage Nº9”, de 1962, que marca la irrupción tan bien lograda del cinetismo en la gráfica. Hay variaciones del paisaje en dos obras xilográficas de Víctor Rebuffo (1903-1983).
Fuera de la colección del museo, se muestran tres obras de Alicia Carletti (1946-2017), Julio Paz (1979-2010) e Eduardo Iglesias Brickles (1944-2012), que pertenecen a colecciones privadas.
Eduardo Iglesias Brickles. “Perón”, 2012. Xilopintura.
Un museo sin espacio de exhibición durante años
El Museo Nacional del Grabado tiene una historia singular, que comienza con la fundación por parte de dos personas tan valiosas como Oscar e Irene Pécora quienes consiguieron reunir una colección importante con piezas nacionales e internacionales de calidad. Se distinguía también por conservar matrices en chapa o madera y herramientas de algunos artistas notables. En 1983 fue donado y pasó a la órbita del Estado nacional, funcionando en una casona en la calle Defensa al 300 hasta 2009. Tres años antes se comprobó un robo de más de 500 obras. Se dispuso una intervención y tiempo después fue desalojado del lugar, quedando en un pequeño espacio de la Biblioteca Nacional fuera del edificio central, sin posibilidades de realizar exhibiciones. La artista Nora Iniesta ejerció durante los últimos ocho años la dirección, conformando un equipo que trabajó en la preservación de un legado de 35 mil piezas. En 2016 se realizó una muestra itinerante –200 años de grabado en Argentina– que comenzó en el Museo de Arte del Tigre curada por su entonces directora, María José Herrera. Se expuso en 6 ciudades del país a lo largo de un año. Hace semanas, Nora Iniesta dejó la dirección del museo y consiguió el traslado a la Casa del Bicentenario, donde quedarán las salas del cuarto piso para exhibir, más la biblioteca, de unos 5 mil volúmenes, que quedará abierta el próximo mes de diciembre. En la planta baja se instaló toda la colección, quedando en reserva para los investigadores que deseen realizar tareas. No está claro si será esta casa la que finalmente resguarde todo el conjunto. El programa CONar del Ministerio de Cultura ha digitalizado ya unos 10 mil grabados que pueden visitarse en la web https://conar.senip.gob.ar.
Grandes Maestros, un homenaje.
Lugar: Casa Nacional del Bicentenario, Riobamba 985. Fecha: hasta el 30 de diciembre. Horario: martes a domingos, 14 a 20. Entrada: gratis.
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