domingo, 28 de octubre de 2018

PATORUZU en la BIBLIOTECA NACIONAL








A todo Patoruzú

La muestra organizada por el Centro de Historieta y Humor Gráfico Argentinos de la Biblioteca Nacional celebra los 90 años del personaje más popular de la historieta argentina con la exhibición de las piezas clave de la obra que se convirtió en un icono para los argentinos. La muestra estará vigente entre el 26//10/2018 y el 30/4/2019



La vuelta de Patoruzú, el primer héroe moral y emblema de la historieta argentina


El personaje que revolucionó el humor gráfico cumple 90 años. Dibujos originales, bocetos y manuscritos de su creador.  


Por Verónica Abdala, para el diario Clarin del 24/10/2018
Hay una figura emblemática de la historieta argentina que inspiró
al creador de Asterix, al mismísimo Walt Disney y se anticipó a
Superman y a otros superhéroes clásicos: se trata de Patoruzú,
que vio la luz como personaje secundario en 1928 –hace exactos
90 años- y luego alcanzó protagonismo en tiras gráficas
y revistas cuyas reimpresiones siguen vendiéndose y agotándose
en los kioscos.

La extravagancia del personaje creado por Dante Quinterno estaba
dada porque se trata de un indio tehuelche millonario, dueño de
media Patagonia y afecto a la caridad: un héroe moral, que 
no casualmente consolidó su potencia simbólica 
durante la Década Infame. Patoruzú terminaría erigiéndose
como uno de los grandes hitos del humor gráfico nacional y
uno de los íconos populares más queridos.





Además, llegó a encarnar un éxito descomunal de ventas. 
Después de haber viajado a los Estados Unidos en 1932 con 
el propósito de aprender los modos de producción y 
distribución de los grandes imperios del cómic, Quinterno 
se rodeó de un equipo de asistentes con el que logró vender 
hasta 300 mil ejemplares por semana de su revista. 
Esa publicación apareció en noviembre de 1936, varios años 
después de iniciarse la historieta en diarios.


La buena noticia es que, con motivo de su 90 aniversario, 
el cacique de moral inquebrantable tendrá su propia muestra 
en la Biblioteca Nacional a partir de esta tarde.

La exposición reunirá piezas clave de los arcones de la familia 
Quinterno y también de los archivos de Biblioteca: más de noventa
originales del dibujante, guionista y empresario editorial, entre ellos
su poderosa producción personal de historietas e ilustraciones de los
inicios de la serie, junto a manuscritos, croquis y bocetos inéditos,
fotografías y material fílmico original restaurado.




También podrán verse periódicos antiguos, merchandising de época y objetos de colección. Incluso estarán expuestas las tres entrevistas que el artista –de perfil extremadamente reservado- concedió en su vida, la tercera aparecida en la revista Viva de Clarín.
Patoruzú hizo su primera aparición como personaje secundario en las Aventuras de Don Gil Contento en 1928, en la contratapa del diario Crítica, propiedad del periodista y empresario uruguayo Natalio Botana (no se llamaba todavía Patoruzú sino Curugua Curiguagüigua). Aunque solo dos días más tarde Quinterno abandonó el periódico. Discontinuó al personaje hasta el año siguiente –en el diario La Razón se concentró en ilustrar las aventuras de Julián de Montepío, vivillo porteño y playboy, con aires de millonario industrial y comercial- y luego recaló en El Mundo, donde Patoruzú ganó protagonismo definitivo, en una época en que las tiras cómicas influían en la venta de los diarios.



A partir de finales de los años 30, la popularidad de Patoruzú se disparó: empezó a transitar el recorrido que no solo lo convertiría en uno de los personajes más importantes de la historieta a nivel local, sino que tendría influencia, incluso, en la evolución del cómic internacional, si se piensa quesirvió de antecedente a superhéroes de la época.
Casi en simultáneo, conquistaba Estados Unidos: la tira apareció en inglés en el diario neoyorquino P. M., entre 1941 y 1948, y en 1946 aparecieron dos números de The adventures of Patoruzú, editados por Green Publishing.


¿Qué se verá en esta muestra? “Principalmente, el material correspondiente a un período inicial, brumoso y poco historizado del personaje, de las décadas del 30 y 40 –ese año Quinterno deja de dibujar-. Luego, la exposición despliega en el espacio los elementos de la fórmula que revolucionó la historieta argentina”, explica José María Gutiérrez, curador de A todo Patoruzú, investigador y responsable del Centro de Historieta y Humor Gráfico Argentinos de la Biblioteca. 
Las cualidades que permiten hablar en este caso de un producto cultural revolucionario, en opinión de Gutiérrez son las siguientes: “En primer lugar, que se trata de la primera serie que rompe la frontera de los lectores adultos y niños. En segundo, que hablamos del primer personaje protagónico de continuidad serial con características bondadosas, después de que históricamente los protagonistas de la historieta porteña exhibieran características típicas del ‘tarambana’ o el ‘chanta’”.
En opinión del curador, Patoruzú es el primero a nivel mundial que “permite hablar de un héroe cuya fortaleza no está en el físico sino en su moral: es un tipo noble que hace el bien. Quinterno se da ese lujo introduciendo, además, la figura del indio que termina siendo mítico, en tándem con su padrino, el también famosísimo Isidoro Cañones.”



Ese contraste psicológico causó furor entre los lectores: mientras que Patoruzú es inocente, alegre, confiado y solidario, y procede de acuerdo con una moral tradicional, su padrino es egoísta, ávido, fanfarrón, desconfiado y vividor. Representaba, en este caso, la "viveza criolla" y el gusto por las mujeres, la noche y la plata fácil, aunque en momentos claves, se pone del lado del indio.
El aspecto de Patoruzú es, al mismo tiempo, muy diferente al de los musculosos y apuestos justicieros estadounidenses a los que sirvió de ejemplo: “Gran nariz de indio del Sur, boca enorme y sin dientes a la vista, pelo, vincha y pluma de aborigen, ojos muy abiertos”, describía el semiólogo Oscar Steimberg en un ensayo dedicado al personaje.
“Hablamos de un héroe originalísimo, que no quiere eliminar ni derrotar a sus adversarios sino rectificarlos, ya en las primeras etapas, más salvajes y experimentales, y luego en las últimas, que podríamos definir como industriales. Algo inédito en el mundo, hasta entonces”, concluye Gutiérrez.

















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