lunes, 1 de diciembre de 2014

LINIERS: MULTIPLES y EXITOSAS ACTIVIDADES

La revista dominical del diario La Nación publicó ayer como artículo de tapa, un extenso reportaje al humorista gráfico Liniers, a continuación lo reproducimos completamente:


Liniers, el artista que no quiere dejar de jugar.
Edita libros, sale de gira con su guitarra e ilustra tapas de The New Yorker: El creador de Macanudo hace pensar a toda una generación y se divierte.

Ser feliz haciendo travesuras

Acaba de ilustrar por segunda vez la tapa de The New Yorker. Intentó estudiar Derecho, pero prefirió armarse un mundo entre Woody Allen, Star Wars y Stephen King, y dedicarse a dibujar. En plena madurez, se niega a dejar de jugar

Por   | LA NACION

En el colegio de varones Saint Brendan's suena el timbre del recreo. De las aulas, los chicos salen como ojivas nucleares. Van a jugar, a golpearse. Todos menos uno.
-No me gustaba golpearme, no me gustaba caerme. En el bolsillo -se señala el pecho-, llevaba un muñequito de Han Solo para que me protegiera, con la cabeza asomando para que no se asfixiara. Así iba al recreo, a tratar de aguantar un poquito más.
Ricardo Liniers Siri, que acaba de cumplir 41, ahora dibuja a Olga, el amigo imaginario de un chico. "Martincito se inventa un personaje para aguantar el planeta", dice treinta años después del recreo, a salvo de magullones, en el estudio de su casa. Por la ventana entra un sol de esquina de Barrio Norte, que pega en el piso de madera y lomos de libros que, al cabo de una hora, asfixian: ocupan toda la pared, de piso a techo.
¿Olga es un hombre?
No sé, a veces Martincito lo trata como femenino y a veces masculino, es muy confuso para mí. Debería correr los pelitos y fijarme, y me da impresión [ríe].
Olga sólo dice Olga y Martincito decodifica, sólo él lo entiende. ¿Quién es tu Martincito?
[Ríe] No sé. Olga apareció muy de la mano de La guerra de las galaxias, sin darme cuenta. La relación de Martincito y Olga es muy parecida a lo que hace dos veces George Lucas, con interlocutores: nunca entendemos qué mierda dice Chewbacca, sólo Han Solo entiende y nosotros a través de él; R2D2 y C3PO, lo mismo.
Criptomnesia, memoria oculta. Algo que vio deambula por su cabeza y, cuando se dispara, piensa que se le ocurrió a él. Muchos dibujantes sufren la idea del plagio. Liniers está entre ellos: "Me pasa ver chistes míos hechos por otros dibujantes y también ideas que yo tuve feliz de la vida, y me doy cuenta de que habían salido en Los Simpson. Antes no había manera de explicar que si todos los días tenés que crear una idea, es muy fácil que se repita. Ahora cualquiera que tiene más de trescientos seguidores en Twitter escribe algo y hay tres que le hacen el mismo chiste. No se copiaron: a un disparador todos llegamos a la misma conclusión porque vimos las mismas películas, leímos los mismos libros.
¿No te hace dudar sobre tu creatividad?

 
Foto: LA NACION / Daniel Pessah
No creo en el artista que dice yo soy el original, nací por combustión espontánea. Salvo [Marcel] Duchamp, porque el chabón fue y puso un mingitorio y dijo: Soy Duchamp, me la banco. El que hace el segundo mingitorio es un nabo. Uno se para en los hombros de los gigantes. No es sólo Quino, Fontanarrosa. Es Woody Allen, Dylan y Charly García. Todos me conmovieron y me quedaron. Pero cuando trabajás tenés que ser honesto. Si mirás y decís qué lindo chiste, lo copio, pero lo cambio, si podés dormir con eso. Por otro lado, una vez que hiciste cinco mil chistes es mucho más fácil pensar uno que copiarlo. 
¿Te da miedo repetirte?

Sí, y me pasó. Dibujé tres veces un chiste pensando que se me ocurría por primera vez.
¿Tiene que haber siempre un chiste?
Yo me lo tomé como una columna de autor. A veces se resuelve con un chiste y otras no. Si le ponés humor, puede haber mal humor o humor raro. Humor no tiene que ser ¡ta psssh! [imita platillos]. Para mí el humor no es Matías Alé, convengamos. Lo tomé como un espacio de libertad, no quería el hastío que tuvo Quino con Mafalda o Bill Watterson con Calvin & Hobbes. Lo ves muy claro en Quino: en Mafalda, que es observación social, no había espacio para el absurdo. Todas las páginas después incluyeron muchísimo de eso.
* * *
Chozno del virrey Liniers, su abuelo le habló sobre él, su valentía y el orgullo de la sangre relatada. Incluso escribió una biografía. Pero en tercer grado la historia cambió: -De repente tres clases más tarde lo fusilaban al tipo y yo decía ¡¿pero qué pasó?! ¡Si éramos todos tan amigos!
¿Preguntabas en la clase?
No, cultivaba el perfil bajo, era mi mecanismo de supervivencia en el colegio. Me juntaba con un par de aparatos -igual de inadaptados físicamente- a dibujar historietas de La guerra de las galaxias y de terror, y hablábamos de libros de Stephen King. Siempre encontré el grupito de los que quedan afuera.
No te aislabas.
No, pero igual era bastante solitario. Nunca me aburrió estar solo. ¿Ves que una entrevista es como psicoanalizarse? Me gustaba de chiquito ir al cine solo.
¿Qué fuiste a ver?
Volver al futuro. Tenía 12 o 13 años, iba todos los fines de semana al cine Metro. Estaba ahí solito, la sabía de memoria: One point twenty one gigawatts, Oh my god no sé qué! Sabía todo el diálogo de Doc y Marty.

 
Foto: LA NACION / Daniel Pessah
¿Cuántas veces la viste?Las conté: fui al cine trece veces. Después la tuve en video, hasta que pasé a The Wall. Y empecé a ver todos los días The Wall. Claramente la adolescencia iba teniendo su lugar.
Pero antes de eso, un día te dieron una fotocopia. Era la primera vez que veías algo así y pediste guardarla.
Mi vieja me llevó a ver cómo trabaja, era con algo de prensa en el hotel Sheraton. Me llamó mucho la atención una máquina de fotocopias, ¡había algo que podía repetir una imagen!
¿Qué era?
Una montaña. La pegué en mi cuarto. Me quedó eso: lo rápido que nos acostumbramos a un avance tecnológico y lo malcriados que somos. Te dan cosas todo el tiempo que son impresionantes y tres meses después estás diciendo esto es una mierda, quiero algo mejor. Pasa con el teléfono, es una escalada.
* * *
-¿Cuánto sale el lienzo?, -le preguntó al señor de la librería artística
-200 pesos.
-Uh. -son como tres compacts, pensó-, ¿y el óleo? ¿Y dos pinceles?
Salía carísimo probar el arte. De todas maneras compró tres óleos, un lienzo y dos pinceles. Tenía 15 años, muerto de miedo dibujó una línea. No le gustó.
Todos dibujamos, pero en algún momento dejamos de hacerlo. ¿Los dibujantes son los que siguieron?
Sí. Hay algo en los chicos: dibujan sin miedo. No los ves sufriendo porque la cara debe ser así o asá. En la pintura se ve muy fácil. En el documental de Picasso, donde lo muestran pintando sobre una cosa transparente, no lo ves con miedo a equivocarse. Cuando Picasso decía que trató toda su vida de pintar como un niño habla de ese miedo.

 
Foto: LA NACION / Daniel Pessah
Tenés una profesión que te permite vivir en un mundo que ya no te pertenece: el de los chicos.Todos los artistas (cantantes, bailarines, todos) lo descubren cuando son chicos. Y no lo sueltan. Cuando crecemos te dicen tenés que madurar: no tenés que bailar más, ahora sos grande: andá y sé el arquitecto. Hay un grupito de gente que se resiste a eso. Obviamente que Julio Bocca es mejor bailarín de grande que cuando tenía 6 años, pero estoy seguro de que apretaban play y el tipo saltaba, y en el cerebro se le activaban endorfinas y cosas y felicidades, que son las mismas que se le deben haber activado en el Colón. Yo estaba igual de contento cuando terminaba de dibujar a Darth Vader (¡y era Darth Vader!) que cuando termino una tira de Fellini. Por algo le dicen play a las obras de teatro y a tocar música: es todo jugar.
¿Cuál fue el primer dibujo que hiciste que te hizo sentir que dibujabas bien?
Uno de Mazinger Z. No me lo olvido porque lo puse al costado, lo dibujé y era Mazinger. Los rayos fotónicos, ¡todo! Estaba tan orgulloso que se lo mostré a mi vieja. Ay, qué lindo, Ricardo, me dijo. No le creí mucho. Entonces hice un mamarracho y se lo mostré. Y ay, qué lindo, Ricardo. ¡No! Este es Mazinger y este es un mamarracho que hice en dos segundos, ¡no podés decir a los dos qué lindo!
Preocupante. Te ponías nervioso fácil.
Ellos tenían la fantasía de que estaban educando a un niño que tendría una carrera tradicional, pero ellos son los que generaron este personaje, el conejo. Porque ellos fueron los que a los 10 años me dijeron de mirar Woody Allen y a los 12, Monty Phyton. A los 11 leí Cementerio de animales, claramente uno de los libros más siniestros.
Dado por ellos.
Claro. Primero leí La hora del vampiro. Ese, bien, me cagué todo. Después, Cementerio...: pasé una de las peores semanas de mi vida y es el día de hoy que sigo leyendo todo lo que saca el muchacho ese [Stephen King]. Algún día me voy a vengar. Le voy a pegar un cagazo, le voy a aparecer Hello Stephen [hace el gesto de abrirse la campera y estar lleno de bombas].
Tu papá es abogado y vos estudiaste derecho.
Sí, pensé que por una cuestión de ADN quizás algo me llegaba a mí, que se me iba a encender.
Tardó siete meses en darse cuenta de que no era la carrera adecuada. Entonces se pasó a ciencias de la comunicación. Como se veía más creativo que curioso, al momento de elegir entre periodismo o publicidad se definió por la segunda. Pero tampoco duró mucho: la creatividad al servicio de la venta de desodorantes era idiota. Antes de todo eso tuvo una difícil: decirle a su padre que dejaría Derecho.
-Esa fue una charla muy linda porque me salió bien de culo. Le dije que tenía que contarle algo importante. Él no podía, lo hablaríamos al día siguiente. Se quedó pensando en qué habría hecho, porque claramente le iba a dar una mala noticia; llegó a la conclusión de que había embarazado a una chica. Hubiese sido un milagro de esos bíblicos; no era un buen año. Cuando nos reunimos estuvo pálido hasta que le dije que iba a largar abogacía; recién ahí respiró. Creo que nunca imaginó que iba a dibujar pingüinos. Hubo momentos de angustia, cuando pateé el tablero. Yo pensaba que si quería hacer historietas, debía hacerlo obsesivamente y ganar por cantidad, porque por calidad no llegaba (miraba mis dibujos y miraba a Caloi y Fontanarrosa). Anulé el plan B: se acabó la publicidad. Tenía amigos que seguían estudiando Derecho, suponía que ellos iban a ganar plata y me iban a comprar dibujos y cuadros e iba vivir de ellos.
¿En la facultad seguías dibujando?
Siempre dibujé. Tenía todos los apuntes dibujados. Un amigo, Santiago Rial Ungaro, hacía la agenda de Radar en Página/12. Me dijo que llevara mis dibujitos: No te van a pagar, pero capaz te los publican.
Bonjour debutó en 1999 y se publicó durante un año y medio.




Luego, junto a Rial Ungaro, hizo su primer libro: Warhol para principiantes. En 2002 Maitena lo presentó en La Nación, donde brilla Macanudo, su tira diaria. Desde entonces pasó de todo: se casó, tuvo tres hijas, Macanudo se hizo libro, publicó en Toon Books -la editorial de libros infantiles de Françoise Mouly, la jefa de Arte de The New Yorker y la mujer de Art Spiegelman-, fundó La Editorial Común, que dice tiene más romance que negocio, y gira con el músico Kevin Johansen (el 13 de diciembre tocan en el Luna Park).
Todo está ahí. A la derecha de su Mac y de espaldas a la ventana, en el atril. Obama mira empequeñecido desde su escritorio a un elefante sentado en el Salón Oval. Es el boceto de su segunda publicación en la revista The New Yorker -la primera fue en marzo pasado-. En uno de los viajes de Liniers a Nueva York, Mouly le pidió de reunirse. Liniers recordó que era -también- editora de una de las publicaciones más prestigiosas recién al llegar a su oficina. En la espera, mientras nadie lo veía, se sacó una autofoto con el logo detrás suyo. Mouly le pidió que enviara bocetos. Él recuerda que puso cara de sí y, por dentro, una Navidad, las lucecitas de Bocca en el Colón.
Esta segunda vez ilustraste las elecciones legislativas que ganaron los republicanos. Un tercermundista ilustrando el tema. ¿Por qué te eligieron?

 
Envió un mail genérico a no sé cuántos ilustradores. Siempre hago los deberes. Lo primero que mandé fue un elefante sentado sobre la cabeza de Obama. Ella sugirió ponerlo en el Salón Oval. Mandé otro boceto. Después de haberlo mandado me di cuenta de que parecía que Obama estaba haciéndole un enema. Françoise me dijo: ¿Por qué no lo sentamos a un costado?
Artículo del diario LA NACION, con motivo de la publicación de la tapa en The New Yorker

* * *
Dos pinguinos en una viñeta. Aparece un tercero:
-Buenas. No se vayan a olvidar de vivir, eh. Bueno, eso quería decir nomás. Ta' luego.
-A la pucha, cuánta presión.
En tus dibujos, ¿no hay diferencia de peso entre lo cotidiano y lo existencial?
Es que salen como me despierto. Trato de no forzar, si lo hago, sale falso.
Gutiérrez no tiene pupilas, Enriqueta sí.
Enriqueta sí y Martincito también. A mí me gusta mucho Harold Gray, que hacía Annie la huerfanita -dibuja los ojos en blanco-. Pero me di cuenta también de que es por Buster Keaton: él tiene cara de nada en situaciones extremas. Si ponés personajes en situaciones muy absurdas, está buena la cara de nada.
Sirve para que lo otro tome dimensión.
Claro. Me parece que por eso tiene los ojos blancos. Me gusta mucho la literatura infantil. Subestimamos lo que le damos de leer a los chicos, y es la base. Si le das My Little Pony para que no rompa las bolas, arriba de eso tendrá que poner a Mark Twain, a Cortázar a Bolaño y no sé si Mi Little Pony aguanta bien todo eso. Lo bancás leyendo a Mafalda, a Roald Dahl. Muy de grande me di cuenta de que todos esos personajes (Tom Sawyer, Matilda, Mafalda) no enseñan a los chicos a portarse bien.No aceptan el mundo de los grandes como se lo dan los grandes. Los chicos tienen que leer personajes que enseñen a cuestionar en vez de aceptar. Prefiero tener tres adolescentes del infierno durante unos años, sé que va a ser complicado, pero cuando sean grandes van a descubrir más fácil la mentira en los discursos de los políticos y en el que habla en la tele.
Matt Groening, creador de Los Simpson, casado con una amiga de tu hermana, compró tus libros.
Cuando empecé a dibujarme como un conejo me acordé de que él se manejaba como conejo. Pensé qué se va a enterar. Cuando lo conocí tuve que ir con el libro a decirle I'm sorry., the rabbit. Se rió. A mí me encanta cuando veo que un pibe se puso a dibujar y que el arranque es Macanudo. Si realmente tiene costado artístico, no lo va a hacer siempre porque se va a embolar de hacer algo que no es suyo. Es lindo, sos quien le dio permiso a ser más libre en lo que pensaba que era más chiquitito. Picasso le dio permiso a un montón de personas de decir que el arte es más grande que pintar lo que estás viendo. Cada vez que leo El arte, el libro de Juanjo Sáez, me siento un poco más valiente durante dos semanas, porque Juanjo es valiente. Cuando dibujás algo que es una travesura es cuando más feliz sos: esa es un poco la idea del arte.
Para que los quieran dicen muchos artistas que se metieron en eso. ¿Vos?
En mi caso fue para conectar. Era muy tímido y armé todo este sistema de personajes y chistes para que te llegue a vos antes que yo. Una vez que me conocés decís: "¡Ah, Fellini!" Si tengo que ir yo y explicarme de cero, no va. Fracasé mucho con eso.

1999

Publica su primera tira, Bonjour. Atrás habían quedado los estudios de Derecho y Ciencias de la Comuncación


2002

Maitena lo presenta en La Nación. Desde entonces publica diariamente su tira Macanudo


2008

Funda La Editorial Común y comienza su proyecto musical con Kevin Johansen


2010

Tiene su muestra propia: Macanudísimo, de gran éxito en el Centro Cultural Recoleta.



2014

En marzo llega a la tapa de la revista The New Yorker. Este mes ilustró la portada por segunda vez



 El futuro

El año que viene, su editorial publicará Pi-Pío, la recopilación completa de la tira que Horacio García Ferré publicó en Billiken y Anteojito durante 40 años. "Era García Ferré sin barreras", dice Liniers.















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