UNA INFANCIA SIN CHISTES (es peor que crecer sin juguetes) Los adultos reconocen que lo primero que miran en los diarios son los "chistes" Los chicos, antes de aprender a leer, ya lo saben. No puedo imaginarla sin los personajes del Tony en mis pantalones cortos.
Convivía con ellos en las historietas, las tiras, las aventuras y un largo etcétera hasta la actualidad. Entonces no sabía que eran comics, bande dessinee, fumetti, manga, tebeos y Cia. Ni imaginaba que hoy, en la extraordinaria exposición del Prado en Madrid dedicada al cuarto centenario del Bosco se acompañara por una guía en historietas. ( Ver nota enEL PAIS )
Con la ayuda de Internet, otra posibilidad que tampoco se me podía ocurrir aunque siguiera a Flash Gordon, documento con nombre y apellido retazos de mi memoria que voy armando. Es lo que llamamos Inteligencia Emocional mucho antes de recuperar el respeto a la Intuición
Aunque tenga Google a mi disposición cierro los ojos y me encuentro hojeando El Tony, creado por Ramón Columba cuando era taquigrafo en El Congreso, y las revistas de aventuras: D´Artagnan y Fantasía, entre otras. Los dibujos legendarios de José Luis Salinas y sus colegas.
No sabía entonces que Federico Fellini era otro creador de Fumettis como varios grandes del cine italiano como Ettore Scola. Retrospectivamente entiendo que los globitos, el pequeño texto que acompañaba, eran fotogramas. Un editor como Césare Civita había trabajado en Viareggio el lugar de Pinocchio con Mario Monicelli y era amigo de Saul Steinberg.
Sólo se vive hacia adelante pero se comprende hacia atrás. En los temblores de la adolescencia descubrí fugazmente el erotismo prohibido de Caricatura Universal en los 30s cuyos ejemplares persiguen los coleccionistas como en años anteriores con los temas políticos Caras y Caretas o Fray Mocho. No era todavía el momento de Las Chicas de Divito ni mucho menos de Playboy que, paradojalmente deja de publicar desnudos porque no llaman la atención.
Me interesaban mas las peripecias de guerra con Hora Cero, Misterix, Frontera donde Hugo Pratt que vivió 10 años en Buenos Aires y también enseñaba en la formidable Escuela Panamericana de Arte. La había creado Enrique Lipszyc en los 50s. Lamentablemente, como tantas veces, cortamos esa idea que se trasplantó a Brasil con enorme éxito en San Pablo y Río como sucedió con la impresora para Editorial Abril que se instaló para hacer Veja, una revista colosal.
Siulnas (1932-2013) a sus meritos como dibujante sumó su capacidad como historiador y publicó dos tomos sobre Historia del Humor Gráfico y Escrito en Argentina, editada por Eudeba (1985/87) que son muy buenos. Estan agotados y es dificil conseguirlos pero vale la pena intentarlo. On line hay mucha informacion pero para documentarse ordenadamente no hay nada mejor que un libro.
Oscar Vázquez Lucio (que Siulnas) fue un gran colaborador del Museo de Caricatura Severo Vaccaro, fundacion privada, que funcionó en avenida de Mayo hasta que el local se demolió y se trasladadó a Lima 1037. Sus datos estan en Facebook y afortunadamente volvió a atender al público.
Otra gran idea para resguardar y acrecentar el valioso capital de los "chistes" es la creación en el 2012 del Museo Municipal del Humor que funciona en el ex edificio de la Munich de Costanera Sur (boulevard de los Italianos 851) frente al Río. La iniciativa que motorizó Manuel García Ferré con el entonces ministro de Cultura Hernan Lombardi tiene un consejo de próceres como Quino, Garaycochea, Sabat y Mordillo.
No sólo buenas muestras temporales, como la actual dedicada a Carlos Garaycochea en colores o con la base de su archivo en recuerdo de la gestión de Hipólito Yrigoyen y las críticas, por supuesto muy fuertes, del humor. El Museo tiene la colección completa de Caras y Caretas (fundada en 1898) y su contemporánea Fray Mocho además de revistas como Billiken (creada por Constancio Vigil) con la que muchos presidentes de nuestro continente acompañaron su escuela primaria y Anteojito que le seguía sus pasos de enseñar divirtiéndose.
Y, por último, pero no menos importante un auditorium en el subsuelo del bello edificio del arquitecto Kalnay donde uno puede disfrutar desde una butaca. Algo importante en una ciudad como Buenos Aires donde difícil encontrar un asiento salvo en la avenida de Mayo por iniciativa del Casco Histórico de la ciudad.
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