lunes, 1 de octubre de 2018

CARTELES del MAYO FRANCES del ´68 en la BIBLIOTECA NACIONAL





Carteles de la insurgencia del 68

En la Biblioteca Nacional y en el CCK se verán  los afiches que produjo el Mayo Francés y que lo inmortalizaron.

Nota del diario Clarín del 4 de mayo de 2018

 "Si hay una imagen que queda del Mayo Francés de 1968 son estos afiches, rústicos, precisos y hechos en la urgencia del momento”, explicaba Thierry Grillet, director de difusión cultural de la Biblioteca Nacional de Francia (BnF) y responsable de la muestra de 40 carteles, antes de venir a la Argentina en enero pasado. Este conjunto de afiches insurgentes, en todos los casos obras colectivas y anónimas de las cuales, sin embargo, los historiadores lograron reconstruir algunos detalles, vuelven a desembarcar en Buenos Aires este mes. Justo cuando se cumplen 50 años del Mayo del 68.





Primero la Biblioteca Nacional, a partir del 23 de mayo, y luego el CCK expondrán Insurgencias 68, con los afiches que circularon en aquellos días. Grillet ha ilustrado que “Al calor de las barricadas, huelgas y ocupaciones de fábricas, los alumnos de la Escuela de Bellas Artes de París decidieron pasar al acto y tomaron las instalaciones, rebautizándolas ‘Atelier Popular’. Mediante la autogestión y una dirección participativa y anónima, en solo un mes y medio, entre el 15 de mayo y el 27 de junio, se imprimieron ‘a pulmón’ entre 2.000 y 3.000 afiches diarios, algo así como un total de 120.000 impresiones con 800 motivos diferentes”.

La historiadora del arte de la Universidad Nacional de San Martín Isabel Plante, autora del ensayo Afiches del Mayo Francés. Gráfica, autoría y alteridad sudamericana en 1968, cuenta la participación de los argentinos en el Atelier Popular:Hasta ahora se ha indagado poco sobre el lugar clave que tuvieron ciertos artistas sudamericanos en este episodio europeo, como lo resaltan algunos protagonistas franceses. Argentinos como Julio Le Parc y Francisco Sobrino, dos de los seis integrantes del Grupo de Investigación de Arte Visual (el GRAV, por Groupe de Recherche d’Art Visuel) así como Hugo Demarco, Antonio Seguí y Rómulo Macció, todos ellos argentinos residentes en París, tuvieron una participación activa en la producción de afiches en apoyo a las protestas estudiantiles y obreras. Para estos argentinos, muchos ya miembros famosos del movimiento de arte cinético (Le Parc ganó la Bienal de Venecia de 1967), la participación en la colectivización y el anonimato del Atelier fue una oportunidad de alejarse del mercantilismo de las galerías y las exposiciones”.




 A su vez Grillet sostiene que “ hubo una gran producción de afiches en aquel momento, pero los del Atelier Popular fueron los más creativos, los más profesionales y artísticos; por eso los elegimos. La calle nunca fue un espacio fácil de ganar y menos aún en aquel momento. Hace falta ser muy claro y preciso y utilizar un lenguaje que golpee y una imagen atrapante. Este grupo colectivo supo beber lo mejor de la propaganda afichística soviética, china y europea y les puso voz a los muros de Francia. Su producción es un verdadero manifiesto artístico, una crónica política que seguía, junto a los graffiti, el pulso de los acontecimientos y reaccionaba irónicamente a lo ocurrido el día anterior”.

Imágenes en GOOGLE





Thierry Grillet, director creativo de la Biblioteca Nacional de Francia, cuenta cómo y por qué esas obras fueron conservadas

Nota del portal CULTURA del 1 de febrero de 2018


 “Voy a contar una pequeña historia”, dice Thierry Grillet, director creativo de la Biblioteca Nacional de Francia y uno de los oradores de La noche de las Ideas, el encuentro que reunió a intelectuales franceses y argentinos durante 4 días en Ostende y Mar del Plata para reflexionar sobre los 50 años del Mayo Francés, organizado por el Institut Français d´Argentine, con apoyo del Ministerio de Cultura de la Nación.

La historia que empieza a contar es la de los afiches creados durante los meses que duró esa gesta popular en la Escuela de Bellas Artes de París -una selección se exhibió en el Museo Mar, de Mar del Plata-, pero el punto de partida que elige es muy anterior.





“En 1789, cuando se produjo la toma de la Bastilla durante Revolución Francesa, todos los archivos que estaban en el edificio -como fichas señaléticas de la policía e interrogatorios-  fueron tirados a la calle".
"Dos personas que trabajaban en la Biblioteca Nacional -que como consecuencia de los cambios introducidos por la revolución dejó de llamarse Biblioteca del Rey- empezaron a recoger esos archivos, movidos por el sentimiento de estar en un momento histórico. Lo mismo pasó luego con los afiches políticos del Mayo Francés".
"En general, en los movimientos sociales, esos documentos que emergen de la calle se vuelven a ella cuando termina el movimiento, se convierten en basura. A veces, hay gente casi milagrosa que está muy cerca del evento y que interpelados por una misión, deciden conservar esos documentos para la posteridad. Así, en el ‘68, los conservadores de la biblioteca nacional pudieron re-actuar o revivir el gesto de los archivos de la Bastilla”, cuenta.







-¿Se conocen los nombres de los conservadores que guardaron los afiches?
-No, es una obra anónima. Fue una iniciativa personal de conservadores de bibliotecas que también ciudadanos comunes y tuvieron ese sentido de la historia, en un momento en el que -con un huelga de 9 millones de personas en curso- el tiempo parecía estar congelado. Además, lo hacían con el sentimiento de estar reactuando, reconstruyendo o reviviendo la historia de otros movimientos sociales.





-¿En qué sentido estaban “reactuando” esa historia?
-Los jóvenes del Mayo Francés nacieron 20 años después de la Segunda Guerra Mundial. La de sus padres era una generación heroica, que había participado de la resistencia, que habían luchado contra las fuerzas del totalitarismo, y estos chicos estaban en una sociedad de consumo, un poco vacía, donde no había nada heroico.
Había que buscar un heroísmo propio y es por eso que muy a menudo se dice que Mayo del ‘68 no era la revolución sino el teatro de la revolución. Tenían el problema de qué hacer con la herencia de sus padres.
Hay un aforismo que resume muy bien lo que pudieron sentir esos jóvenes: “A nuestra herencia no le antecede ningún testamento”. Significa: “estamos acá, sin saber qué hacer, no hay instrucciones de uso”. No es casualidad que el eslogan del Mayo Francés sea “la imaginación al poder”, porque la imaginación te permite todo.






-¿El hecho de estar atravesando un momento convulsionado fue un disparador para la creatividad a la hora de producir los afiches?
-Sí, obviamente. A partir del 13 de mayo, cada día se hacía una asamblea general en la Escuela de Bellas Artes, que había sido tomada, para decidir qué afiche se iba a hacer para ese día y se imprimían alrededor de 300. Se calcula que al final llegó a haber 120 mil afiches en las paredes de París. Hasta ese momento, los que pensaban la rebelión eran, justamente, los intelectuales. Se hablaba mucho pero se dibujaba poco. El taller popular, como se llamó, estaba basado en tres palabras: colectivo, anónimo y autogestionado

 “Colectivo” significa que el proceso de creación estaba compartido entre estudiantes, obreros, gente que pasaba y por lo tanto contradecía totalmente la idea del genio artístico, de que la inspiración le llega a uno y no a otro. Y el concepto de anónimo iba totalmente contra la historia del mercado artístico. Es una ruptura con la concepción de que uno tiene que firmar su obra, porque cuando lo hace se inscribe en la larga historia del arte. Desde esos puntos de vista, la producción de afiches durante el Mayo Francés ha sido una revolución en el campo artístico.









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